CRISIS EXISTENCIAL, GRACIAS.

Una ruptura de pareja, un despido laboral o incluso una enfermedad, pueden considerarse puntos de inflexión para muchas personas.

Estos puntos inflexivos son los que muchas veces nos llevan a replantearnos aspectos de nuestra vida: laborales, personales o incluso que podamos llegar a entrar en verdaderas crisis existenciales que hacen que nos planteemos absolutamente todo.

Cuando nos encontramos con estas crisis, tenemos dos opciones: nos hundimos o nos levantamos y sacamos fuerza para transitar el momento y poder sacar el mayor aprendizaje posible de todo ello.

En el momento que lo vivimos nos parecen un auténtico castigo, pero si somos honestos y miramos retrospectivamente, podremos observar cómo estas crisis o puntos de inflexión, fueron los detonantes para hacernos mucho más fuertes, mucho más sabios y mucho más conectados con nosotros mismos.

Quizá, la vida quería avisarnos que no estábamos en el camino correcto y nos avisó a su manera, obligándonos a hacer una parada forzosa en nuestro trayecto, para volver a redirigir la mirada y el foco hacia nosotros y devolverlo donde nunca debíamos haberlo perdido.

Muchas veces la vida nos envía pequeños avisos de que no estamos en el recorrido correcto, si no estamos siendo lo suficientemente sinceros con nosotros mismos o si estamos totalmente desconectados de nuestro interior; pero no lo vemos, no queremos o quizá las señales son tan poco evidentes que ni las vemos. Por eso, la vida no tiene más remedio que avisarnos con algo que sí vamos a captar enseguida.

Un símil puede ser nuestro propio cuerpo. Cuando algo no funciona como debería o cuando estamos teniendo acciones dañinas para él, nos manda un aviso en formato molestia o dolor.

Podemos hacerle caso y solucionar la causa de este dolor o podemos obviarlo y dejarlo pasar.

Si no le hacemos caso, nuestro cuerpo volverá a avisarnos con un dolor mucho más fuerte para que prestemos atención hasta que sea algo terriblemente insoportable.

¿De verdad es necesario llegar hasta estos límites? ¿Por qué no reaccionamos antes?

No dejemos que nuestro cuerpo nos haga sentir un dolor insoportable, no dejemos que las situaciones nos ahoguen y nos hundan. Aprendamos a estar más presentes y atentos a nuestra propia vida que, si estamos conectados con ella, nos guía y nos lleva de la mano hacia nuestra verdadera felicidad.

Y a ti, ¿de qué maneras te ha avisado la vida?

Un fuerte abrazo.

Mario Conchillo.

Comparte este post