Feliz, alegre y contestón

Hasta que cumplí la mayoría de edad, la vida fue muy generosa conmigo y jamás me faltó de nada. En el colegio no tuve ningún gran problema y durante mi adolescencia en general no hubo nada fuera de lo común para un chico de mi edad.
Era un chaval alegre, sociable, respetuoso y muy unido a mis amigos. Eso sí, lo que tenía de alegre lo tenía de contestón: jamás me gustó que me dijesen lo que tenía que hacer y algún que otro encontronazo me busqué con los profesores.